Motivos de una lingüista para secundar la huelga del 8M

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Los motivos para sumarse a la huelga feminista del 8 de marzo son innumerables. Aquí algunos de una lingüista muy harta:

Los señores de la lengua

Las mujeres somos la inmensa mayoría en las profesiones de la lengua. Sin embargo, los puestos de responsabilidad de las principales instituciones de la lengua tienden a estar copados por hombres. Los directores, los presidentes, los subdirectores, los fundadores, los coordinadores, los académicos, los grandes popes, las vacas sagradas y otros puestos de responsabilidad y prestigio son invariablemente masculinos, mientras las mujeres tendemos a ocupar posiciones subalternas o labores en la sombra. Las jornadas y congresos sobre lengua consisten con demasiada frecuencia en conferencias plenarias y mesas redondas donde señores hablan desde el estrado a una audiencia fundamentalmente femenina.

Esta paradoja estadística (gremio abrumadoramente femenino, posiciones de poder abrumadoramente masculinas) no parece sorprenderles ni causarles sonrojo: los círculos de poder de la lengua son un club privado de señores compadreando, convencidos de que su posición (estadísticamente muy improbable) es estrictamente meritocrática, mientras perpetúan el paternalismo, la condescencia, el ninguneo y la invisibilización del trabajo femenino.

Precarias crónicas

La precariedad laboral es endémica y las mujeres nutren buena parte del precariado. El gremio de la lengua no es ninguna excepción: (falsas) autónomas, contratos basura encadenados, salarios nimileuristas, becariasfalsos convenios de prácticas para estudiantes que encubren puestos laborales. No es posible desarrollar un proyecto de vida digno cuando se vive atada a la precariedad permanente.

Este sistema es incompatible con la vida (especialmente con la de las mujeres)

La crianza de niños, el cuidado de mayores y trabajo doméstico están al margen del trabajo remunerado y este trabajo de cuidados es asumido mayoritariamente por las mujeres, bien como dedicación exclusiva (con las consecuencias a largo plazo que ello conlleva: ausencia de cotización y de derechos laborales, pensiones más bajas, dificultad para reincorporarse al trabajo, dependencia económica del cónyuge), bien en forma de doble jornada.

Las condiciones materiales influyen tanto o más que los patrones aprendidos y las expectativas culturales y no se trata solo de una elección personal: puesto que las mujeres copan los puestos peor pagados y cobran estadísticamente menos que los hombres, ante la necesidad familiar de atender a bebés y mayores, el salario femenino es el más fácilmente prescindible. El sistema capitalista es inhumano en general, pero es particularmente injusto para las mujeres.

Por eso, por mí y por todas mis compañeras: 8 de marzo, huelga internacional feminista.

 

 

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